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Las emociones difíciles son ventajas adaptativas naturales del ser humano, que reflejan lo que sentimos. Ellas influyen en todos los aspectos de nuestra vida; la manera en que nos relacionamos con los demás, cómo enfrentamos los desafíos y la forma en que vemos el mundo.

Por lo general, tendemos a no poner atención a nuestras emociones y creemos que son debilidades que debemos esconder o eliminar. En consecuencia, enseñamos a nuestros niños, desde pequeños, a no mostrar esas “debilidades”, con la intención de criarlos más fuertes y seguros.

¿Por qué nos cuesta tanto aceptar y manejar ciertas emociones? La rabia, el miedo y la tristeza son las emociones más difíciles de gestionar y conforman la llamada “constelación oscura”. Cuando experimentamos estas emociones, creemos que son algo negativo y las bloqueamos.

 

Estrategias para gestionar las emociones difíciles en los niños

 

Podemos aprender a manejar nuestras propias emociones difíciles y también ayudar a nuestros niños cuando las experimentan. La clave está en dar permiso a las emociones, poniendo límites en las conductas. No sirve de nada decirle a tu hijo “no te enojes”; es mejor decir “yo también siento rabia algunas veces”, poniendo especial cuidado en su conducta para evitar que reaccione de mala forma.

Estos cuatro pasos te ayudarán a enfrentar las emociones difíciles, tuyas y de tu pequeño, gestionándolas de manera apropiada:

Acoge sus emociones: Los sentimientos son parte del ser humano; no los reprimas. Da permiso para que las emociones se expresen.

Identifica lo que siente: Realiza un escáner emocional y pide a tu pequeño que nombre al menos tres emociones que componen su estado de ánimo.

Traduce la información: Es importante que trates de entender la información que contiene cada emoción para encontrar la causa que la provoca. Por ejemplo, el miedo es señal de que está experimentando algún peligro; el enojo puede ser producto de que sobrepasó sus propios límites, o los límites que tú le has enseñado.

Actúa consecuentemente: Si, por ejemplo, tu hijito está enojado con algún amigo y al traducir tus emociones te das cuenta de que ese amiguito le provoca inseguridad, actúa en consecuencia trabajando su inseguridad y haz que conozca mejor a ese amiguito, para mejorar la relación.

 

Es fundamental que le des permiso para sentir, pero también debes gestionar sus emociones ejecutando las acciones correspondientes. En ocasiones, puedes llegar a la conclusión de que no necesita realizar ninguna acción, entonces surgirá una nueva emoción que probablemente será más adaptativa. Debes poner atención en todas sus emociones si quieres mejorar su bienestar.

Las emociones más difíciles otorgan la oportunidad de lograr aprendizajes significativos. Si evitas sus emociones y no las experimenta, lo estarás privando de adquirir estos aprendizajes y correrá el riesgo de vivir su vida repitiendo patrones de conducta.

 

 

“No existen emociones positivas o negativas, sino emociones útiles y emociones que no lo son”. Gaspar Hernández, periodista, escritor y autor de La Mujer que no Sabía Llorar.

“Sea cual sea el estado emocional que tu pequeño atraviese, siempre debes darle el permiso para vivirlo”.  Mercè Conangla, creadora del Máster de Ecología Emocional y coautora de La Fuerza de la Gravitación Emocional.

 

 

 

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